El inicio de la mujer en la vida laboral se produjo durante la época de la industrialización en el siglo XIX. Desde entonces, su ingreso en el mundo laboral no ha parado de crecer.

Su tránsito desde el entorno doméstico hasta la economía productiva ha generado múltiples impactos de carácter económico y social, pues algunas personas piensan que las mujeres no necesitan trabajar y que deberían quedarse en casa cuidando de sus hijos.

Actualmente, las mujeres ocupan más de la mitad de los alumnos en las facultades y escuelas universitarias. Solo continúan sido minoría en las carreras pertenecientes al área de ingeniería y tecnología.                                                                                                                                                                          

Este cambio ha influido notablemente en la reducción de la tasa de natalidad. Actualmente España tiene un índice de fertilidad bajo frente a Europa con 1,26 hijos por mujer en edad fértil, frente a los 1,46 de la media comunitaria.

Ha generado muchos debates también el hecho de la maternidad y cómo ésta afecta al trabajo.

En nuestro país recientemente se llevó a cabo una encuesta, en la cual los resultados han dado mucho que hablar: una de cada diez mujeres piensa en dejar el trabajo para cuidar de su familia. Esto se debe a que la mayoría de las mujeres no cuenta con facilidades laborales en el caso de quedarse embarazadas.

Los enormes avances en la formación de las mujeres y en su interés por participar de manera continuada en el mercado es un hecho real y puede hacer pensar en la definitiva desaparición de las tradicionales desigualdades entre mujeres y hombres en el mercado laboral.