Nos la encontramos en el parque de nuestra localidad, Mula.

Sola con una escoba, un recogedor y bolsas de basura, no sabíamos bien qué hacía en un parque público enorme.

Miramos alrededor y no había mesas ni sillas de alguna terraza de bar.

Nos acercamos con la intención de preguntarle,  y realmente nos dimos cuenta, de que tenía ganas de hablar, por que no le costó nada contarnos en algunos minutos toda su desdichada vida.

Esta es su historia:

Josefa de  42 años, separada hace tiempo de su marido por que la maltrataba, vive en Mula con una niña de seis años. La niña enferma de hepatitis que también Josefa  tiene.

Tiene otros tres hijos: dos niños de 11 y 14 años a los que no ve porque están con su marido y una hija de 23 años con tres hijos que vive de la beneficencia,  y que está enferma esperando un trasplante de hígado.

Vive en una casa sin agua, que han desalojado.

A estas alturas las palabras no nos salían de tanta desidia y desgracia.

Se pone nerviosa, alguien la vigila.

Todavía no hemos contestado a qué hacía allí con una escoba, un recogedor y bolsas de basura.

Robó unas rejas de una casa, y la condena fue 20 días de servicio a la comunidad, el castigo: la limpieza del parque. La persona que de vez en cuando la observa: un empleado del ayuntamiento.

Iván: ¿Qué esperas de la vida?

Josefa: Vivir en buenas condiciones con mi niña.

Iván: ¿Cómo te sientes?

Josefa: Mal, ahora barro, tomo mucha medicación, muchos tranquilizantes, solo pienso en mi niña.

Juanjo: ¿Qué es la felicidad?

Josefa: No lo sé, solo se que cuando estoy con mi niña mi estado cambia, si es eso la felicidad, solo mi niña, solo mi niña.

Nos despedimos de ella, y nos  preguntamos:

¿alguien que haya leído esta noticia,  nos puede decir con qué palabras te puedes despedir de una persona que te acaba de contar este panorama?

Nos hicimos una foto y la dejamos seguir con su trabajo.

Suerte Josefa de parte de la redacción del periódico digital.