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Moralejas que contar
18.02.2019 - Sara del Pino Campoy
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3 comentarios
EL SAUCE Y EL ZORRO
Hace mucho tiempo, en un lugar remoto y apartado de la vista de muchos, había un gran árbol posicionado en la orilla de un lago. Estaba solo, ya que sus raices se fundieron con la tierra de una pequeña isla que se encontraba justo en medio de las aguas.
A todos los que alguna vez lo habían visto les dio una sensación de tristeza y melancolía. Sus ramas y sus hojas, finas y largas, lo hacían ver decaído, y poco a poco, se fue ganando el nombre de Sauce Llorón, y así lo llamaron.
El Sauce siempre contemplaba muy solitario el paisaje que lo rodeaba, los árboles de su alrededor eran diferentes a él, y eso lo notaba mucho. Hubo un tiempo en el que todos ellos trataron de hablar con él, pero debido a su timidez le fue imposible poder contestar a las preguntas que le hacían, y al final solo los hacía enfadar. Finalmente desistió de querer ser amigo de nadie, siempre terminaba de la misma forma, él sintiéndose triste y ellos enfadados, por lo que endureció su corazón y decidió vivir en la soledad de su isla. Tampoco estaba tan mal, todo era muy tranquilo, y los pájaros le hacían compañía, pero... sentía que le faltaba algo.
Un buen día, apareció entre los arbustos un pequeño zorro, su pelaje rojizo era bastante llamativo y colorido. El Sauce pensó que el zorro se marcharía tras comer algún insecto o fruto, pero ocurrió todo lo contrario, el animal se acercó a la orilla e intentó llamar su atención.
-Señor, ¿usted es el famoso Sauce Llorón?- dijo con una pequeña voz, intrigado.
-Así me llaman- hablar con alguien después de tanto tiempo lo hizo sentir un poquito feliz.
-¡Qué bien que seas tú! Te he estado buscando por todas partes.
-Pues vuelve por donde has venido, no deberías de hablar conmigo. Lo único que puedo ofrecerte son sentimientos negativos...- su tristeza era palpable, era agradable hablar con alguien, sin embargo sabía que no acabaría bien.
-Pero necesito tu ayuda...- el zorro se veía igual de decaído que él.
El Sauce suspiró.
-¿Cuál es tu problema, pequeño?- cedió finalmente, la verdad es que estaba intrigado.
-Bueno... Soy el zorro menos inteligente de mis compañeros, soy cobarde y me falta esa astucia característica de los zorros.
El animal explicó su situación con angustia, y el Sauce escuchó todo con máxima atención.
-¿Y para qué necesitas mi ayuda? Ya te he dicho que solo sirvo para dar malos sentimientos- cuando el árbol dijo eso, el zorro lo miró con sorpresa.
-Claro que puedes ayudarme, eres el árbol que más ha vivido en este bosque. Los pájaros siempre hablan orgullosos sobre tu sabiduría. Por eso quiero que me enseñes, por favor- su súplica le pilló por sorpresa. ¿Desde cuándo él era sabio?
-No... Mejor pregunta a otros árboles, ellos sabrán qué hacer, estoy seguro.
El zorro ignoró sus palabras y se lanzó al lago para llegar al otro lado. El pequeño animal vio que no solo él necesitaba ayuda, sino que aquel Sauce también la necesitaba. Cuando consiguió salir del agua tenía todo el cuerpo empapado y frío, y el Sauce no tardó en brindarle un poco de su calor.
-Quiero quedarme con usted, y que me enseñe. Puedo llegar a ser muy insufrible y persistente- medio amenazó con una ligera sonrisa.
Ante tal escena el Sauce sonrió. Quizás no estaría tan mal estar en compañía de aquel zorro.
Los días pasaron y su amistad se hizo cada vez más grande. Ambos aprendieron mucho el uno del otro. Se contaban historias de todo tipo, compartían ilusiones y emociones, y también se enseñaron trucos divertidos.
Al final el Sauce entendió que la tristeza no era parte de él, simplemente era un sentimiento pasajero.
Y con esta fuerte amistad el bosque entero recibió la más grande de las lecciones: que no todo es lo que parece, que no hay que etiquetar a nadie por la primera impresión que te da, y que siempre se puede aprender de cada uno. No hay que hacer caso a lo que todos digan de alguien, porque si no conoces a ese individuo personalmente, no puedes saber cómo es realmente, porque todos y cada uno de nosotros se merece tener una oportunidad de ser escuchados y comprendidos.
comentarios
Celia | 18-02-2019 20:59
Muy bonita moraleja chicos. Me parece espectacular el trabajo que estais haciendo
Jose | 18-02-2019 20:57
Muy bonita moraleja y de la cual aprender . Excelente artículo y a ver si subís más secciones así que me encantan
Alejandra | 18-02-2019 20:56
Es impresionante que chicos tan jóvenes como vosotros escriban semejantes historias. Enhorabuena Sara estas hecha una artista de pies a cabeza