Bárbara McClintock y la teoría de los genes saltarines

En 1983 consigue el premio Nobel de Medicina

   Esta científica estadounidense comienza su carrera en la Universidad de Cornell, donde se doctora en botánica en 1927. Es en esta universidad donde se especializa en citogenética, convirtiéndose en líder del grupo de citogenética del maíz.

   Bárbara McClintock centra sus estudios en los cambios que se producen en los cromosomas durante la reproducción del maíz, descubriendo en las plantas de maíz común la existencia de una serie genes capaces de saltar de un cromosoma a otro dando lugar a la aparición de mazorcas con manchas rojas, marrones o incluso azules. De esta manera, los mensajes genéticos resultaban alterados.

   La teoría de los genes saltarines o transposones, como ella misma los denomina, será uno de los mayores descubrimientos de esta científica. Una teoría que enfrentaría a todo lo que hasta ese momento había sido considerado como un verdadero dogma en el mundo de la genética; y sobre la que se fundamentarán, años más tarde, los estudios sobre la resistencia de las bacterias a los antibióticos.

   En 1971 Bárbara McClintock fue premiada con la Medalla Nacional de la Ciencia por Richard Nixon y en 1981 se convierte en la primera mujer en ganar la beca de la Fundación John D. y Catherine T. MacArthur, conocida como la beca de los genios.

   Tras varios premios y reconocimientos más, finalmente en 1983 recibe el premio Nobel de Medicina y Fisiología por su trabajo sobre los genes saltarines; treinta años después de que lo llevara a cabo.

   Pero, al igual que nuestra pionera número uno, Marie Curie, McClintock también tuvo gran repercusión en la esfera social y en 1986 es incluida en la National Women's Hall of Fame. Además, años después de su muerte, su papel como mujer destacada en el mundo de la ciencia fue utilizado como icono para la difusión de la figura de la mujer científica.