TECNOLOGÍA ONLINE, ¿FAMILIA "OFFLINE"?

Los "smartphones" y demás dispositivos móviles, el horario y lugares de uso, los límites que los padres pongan y el cuidado en ello influyen en la relación familiar.

Los cambios en la tecnología han traído sin duda grandes y significativos progresos en todos los ámbitos del quehacer humano. En el campo de la investigación, la información y las comunicaciones, los avances han sido fabulosos. Sin embargo, este fenómeno se hace extensible a todos los ámbitos sociales, ya que nos encontramos en una época en la que nos parece más interesante estar pendientes del teléfono móvil, ordenador, tablet, televisión... que de las propias personas. ¿Hasta que? punto deberíamos permitir seguir con esta actitud? ¿Y en la familia, de que? manera afecta en las relaciones familiares? ¿Puede causar esto discusiones y malestares familiares?

Somos una generación en la que, en algunas familias, por primera vez, son los hijos los que enseñan a los padres los nuevos conocimientos, una generación en la que pueden convivir padres analógicos con hijos digitales.

También se debería tener en cuenta que, en ocasiones, la tecnología favorece la comunicación: por ejemplo, cuando padres e hijos se mantienen en contacto por teléfono, cuando juegan juntos a la videoconsola, cuando ven una película juntos?

A día de hoy, desde bebés vivimos en contacto con tablets, vemos la televisión durante horas y nos acostumbramos a este modo de vida porque estamos más "entretenidos". Los padres deben velar porque sus hijos hagan un uso correcto de los dispositivos electrónicos, regular el tiempo frente a sus teléfonos móviles, computadoras y tablets, y supervisar el contenido del material al que se van a ser expuestos.

Hoy creemos que son los smartphones los que separan a la familia, pero en otra época era la televisión encendida a la hora de la cena o los adultos leyendo el diario e ignorando a los hijos, con lo cual, hay que reflexionar acerca de que ninguno de estos dispositivos es malo en sí mismo, sino que depende del uso que se haga de los mismos, de los límites que los adultos pongan estableciendo horarios y situaciones en los que se pueden usar o no y del cuidado que se tenga de preservar los espacios de encuentro, vínculo y comunicación familiar.